La Zona Industrial de Arinaga rinde homenaje a uno de sus impulsores, Agustín Reina Martinón
El sector empresarial de la Zona Industrial de Arinaga rindió ayer jueves un homenaje a la memoria de Agustín Reina Martinón con un busto, obra del escultor Chano Navarro, que se encuentra ubicada en el cruce de las calles Las Adelfas y Los Algarrobos.
El acto contó con la presencia del Presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, que en su época de regidor en Agüimes coincidió muchos años con Reina; el Alcalde de Agüimes, Óscar Hernández; los presidentes de la Entidad de Conservación del Polígono Industrial de Arinaga (Ecoaga), Juan Acosta, y de la Asociación de Empresarios de la Zona Industrial de Arinaga (Aenaga), Cornelio Suárez, así como otros cargos públicos locales e insulares y una nutrida representación familiar y empresarial de la isla.
Fallecido hace 18 años, la figura de Agustín Reina sigue viva y presente en el recuerdo por los años de esfuerzo y lucha, no solo en su empresa, sino por el crecimiento de este pulmón económico de Gran Canaria y por la pelea que mantuvo, junto a otros cuatro empresarios de la zona, por el Puerto de Arinaga.
Además, fue el primer presidente de la Asociación de Empresarios de la Zona Industrial de Arinaga (Aenaga) y posteriormente de la Entidad de Conservación del Polígono Industrial de Arinaga (Ecoaga).
Agustín Reina se vinculó a la Zona Industrial de Arinaga cuando, en un determinado momento, y llevado por su afán emprendedor, decidió seguir creciendo y ampliando el negocio que había fundado su padre, Industrias Químicas Reina, una fábrica que había nacido en el barrio capitalino de Guanarteme y que se había mudado a Miller Bajo.
Allí, volvió a hacer las maletas, dejaba Las Palmas de Gran Canaria y apostaba junto a otros empresarios-as de la época por abrir un camino de futuro en Arinaga, que hacía muy poco tiempo era apenas un erial.
La obra de Chano Navarro está compuesta por un busto en bronce de Agustín Reina y una piedra de cantería de Arucas, de la veta de la llamada Cantera de Corea que pesa casi 7.000 kilos y de forma irregular.
La talla de la cabeza es un poco mayor que la escala humana, "tiene sus rasgos, se le reconoce", afirma el escultor, que añade que "no es un retrato fidedigno porque en mi obra la espiritualidad es muy importante y he tratado de reflejar todo lo que me han contado de él".
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